Por Guadalupe Cruz Jaimes
12 ene 10 (CIMAC).- Esta semana, “cumplimos 3 meses en la resistencia, y podemos asegurar que por hambre no nos van a vencer, pues, gracias a Dios, a la solidaridad del pueblo, del personal jubilado, y del Comité Central, las y los electricistas hemos tenido que comer todos los días”, aseguró Rosa Comesaña, encargada del comedor del SME.
“Rosita”, como le llaman sus compañeras, es jubilada de Luz y Fuerza del Centro hace 5 años. Laboró 25 años en el área de Personal, realizando labores administrativas.
El 12/Oct, horas después del decreto presidencial de extinción de LyFC, que dejó sin empleo a cerca de 4 mil mujeres y 40 mil hombres electricistas, entre ellos los 4 hijos de Rosita, la “Smeita”, junto con cinco trabajadoras más comenzaron a dar pan y café a las y los electricistas que acudían al sindicato para organizarse.
Días después, el Comité Central del sindicato, acordó la creación del comedor, a cargo de dicho grupo de trabajadoras, quienes las primeras semanas preparaban alimentos para 600 personas. Hoy el número de comensales se multiplicó hasta cinco veces.
En el comedor, ubicado a un costado del auditorio electricista del antiguo edificio sindical, laboran de manera voluntaria, “sin recibir un peso”, 8 trabajadoras “de fijo”, apoyadas por personas que “todo el tiempo van y vienen”, en distintos horarios, según las actividades de protesta que convoque el SME.
Su jornada comienza a las 6.30 de la mañana. “En el desayuno preparamos cuatro peroles de café, y dos de atole de avena, cada uno con capacidad de
Las voluntarias del comedor (contadoras, ingenieras, socias comisionadas, y trabajadoras de los departamentos de Oficinistas varios, Analistas, Nóminas y Tabuladoras) saben a que hora comienzan, pero no a que hora culmina su jornada.
“El cansancio se nos nota, es pesado porque además de estar aquí todo el día, algunas veces hasta las 9 de la noche, nos esperan los deberes de la casa, que no podemos descuidar por estar en la lucha”.
Las electricistas, quienes visten un delantal rojo estampado con la leyenda ¡Aquí, se ve, la fuerza del SME! en letras negras, después de dar de desayunar a cientos de trabajadoras y trabajadores, comienzan a preparar la comida, que en promedio es para entre mil 200 y mil 500 personas, “son filas y filas, que en ocasiones han llegado a ser hasta 3 mil”.
Diariamente, las trabajadoras cocinan 45 kilos de frijoles, 35 de arroz, y un costal de papas, las cuales guisan de distintas formas “nos las ingeniamos, les ponemos rajas, cebolla, y cuando hay salchichas o jamón”. Además, al día, las y los electricistas en resistencia consumen 8 garrafones de agua.
Los alimentos siempre llegan al comedor, ubicado en Antonio Caso, “la gente más humilde nos trae un kilo de azúcar, frijol, arroz, aceite”.
Para la electricista jubilada, “el apoyo del pueblo ha sido fundamental”, igual que el de organizaciones solidarias.
Al termino de un día de trabajo, Rosita señala entusiasta que a pesar del cansancio, el ánimo de las trabajadoras no decae, por el contrario, aseveró, “frente a cada injusticia, el coraje nos levanta, y con la frente en alto seguimos sosteniendo este movimiento, porque no buscamos que nos regalen nada; lo único que demandamos es que nos devuelvan nuestro trabajo, y el de nuestros hijos”.
Orgullosa del rojinegro del SME, “Rosita” refirió categórica que ellas, desde su “trinchera”, están dispuestas a llegar “hasta el final, con dignidad, honradez y trabajo”.
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